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Mostrando entradas de junio, 2025

á _ _ _ _

Todos crecen con miedos de infancia. Tu hija crece con los que su padre nunca podrá podar. Tú y aquella mujer rompieron la rama colgando reproches, exigencias, amenazas, desdén: un salvoconducto.  Tú y ella debieron prever la plaga que vendría a cubrir la corteza de sus hijas. Los escarabajos barrenan sus oídos dejándolas débiles por la mañana. Su cabello está poblado de piojos. Secretan su savia por los ojos. Aquella mujer escribe en las redes que su hija es una "niña muy fuerte" por vivir entre el silencio desde sus dos años ¿la tuya también? Ni la mujer ni su hija pueden ver el tamaño de la herida tampoco saben desde cuándo mana olvido y muerte.  🥀 No quisieron ver el otoño porque su verano todavía llovía acido, pero aún viéndolo lo habrían ignorado (impuesto una primavera artificial) porque el olvido y la muerte tienen en el "nadie lo sabrá" su raíz. Una raíz con que cada madre lava a sus hijas.

T _ _ _ _ G.

En el 7-Eleven de “Histéricos” estuve con Gaia hace años. El recuerdo deja de ser borroso cuando la veo venir por los andenes del metro Chabacano, tiene los laterales de la cabeza rapados y una mohicana azul, los ojos maquillados como alas de cuervo y una playera de Napalm Death desgarrada del pecho.    Abordamos el tren otra vez con dirección a Allende. En el trayecto decía que Sabina era un buen letrista, pero un taurino idiota. El vagón se llenó en Pino Suárez y la protegí del tumulto haciéndole un espacio. Ella miró que yo sufría y me dijo: “pégate a mí”. La abracé y comenzó a reírse, le di un beso para callarla. Su boca era una frambuesa deshidratada con un piercing que toqué con mis labios.     No pude remediar el silencio entre los dos, pero ella parecía contenta y lo dejé así, mejor.    En la calle volvimos a ser sólo conocidos. La invité al mirador de la Torre Latinoamericana donde miramos con el telescopio: el P...