En 1984, Gustavo tomó una siesta tras terminar de leer Un mundo feliz. Despertó de un sueño prospectivo en el que cientos de personas, ubicadas en galerías repetitivas, observaban micropantallas luminosas adheridas a su piel; el brillo que estas emitían influía en sus estados de ánimo. Antes de volver a conciliar el sueño, Gustavo escribió en la guarda de la novela de Huxley la frase:
“Comunicación sin emoción: una voz en off con expresión deforme”